jueves, 28 de febrero de 2013

Yépez, Conaculta y un pueblo empobrecido




Fechada en 23 de febrero pasado, Heriberto Yépez publicó una provocadora e interesante opinión titulada  "Lo que publica Conaculta". Me enteré gracias a que me etiquetó en facebook Roberto Cruz Arzabal (@cruzarzabal), un amigo y colega querido, conocedor de muchas de las entretelas del mundillo cultural... En la publicación de fb hubo comentarios al respecto, yo poco pude decir en la red social, pero los comentarios me hicieron releer a Yépez.

                                                      Roberto Cruz Arzabal Mira Mariana,
                                                                        algo que has dicho repetidas veces,
                                                                        una editorial pagada por
                                                                        un pueblo empobrecido.

"Hay una desconexión entre  lo que el gobierno mexicano edita 
y lo que se necesita." H. Yépez

Esta afirmación me resulta sugerente pues apunta según yo a nombrar una sensación que algunos tenemos cuando pensamos en Conaculta, y otras instituciones como el Sistema Nacional de Investigación (creado en 1984). La sensación de que aunque sostenidas por ese pueblo empobrecido, las necesidades de ese pueblo no están en su agenda. Quizá tenga que ver con el tipo de pacto que les dio origen, y que incluye o excluye a la realidad nacional. Mientras Conacyt declara que su labor no sólo es la de definir políticas a nivel nacional, sino encauzar esas políticas hacia las demandas nacionales; Conaculta se encarga de coordinar políticas culturales a nivel nacional, pues nacional es su presupuesto también, aunque en su pacto de estimular la creación, promocionar y difundir, no se mencionan las necesidades de la nación, ¿será que la nación no conoce sus necesidades en materia cultural? Dejo eso de lado y me centro en la relación entre la producción editorial de Conaculta y la necesidad de libros de la población en general, pero en particular la población escolar.

Yépez pareciera recordar en su gesto-nota el origen de Conaculta, la Subsecretaría de
Cultura de la SEP. Históricamente en nuestro país la idea de artista autónomo se traduce en lejano a las necesidades nacionales y cercano a las personales (¿será un anatema heredado del siglo XIX o posrevolucionario?). La autonomía de Conaculta, parece decir Yépez, obró de acuerdo con los dictados de esa chata visión histórica que hace huir a los profesionales, de la cultura y en general, de las áreas de necesidad profesional como lo son el amplísimo y postrado sector educativo. Los clamores desde todos los rincones incluido el de los creadores que crean para un público pequeño (a veces ellos mismos) y que con la pauperización tenderá a la desaparición— acerca del estado que guarda la educación pública y privada en México, no parecen relacionarse con Conaculta, que concentra su presupuesto en mantener el patrimonio y estimular la creación.

Donde Yépez pregunta por las convocatorias públicas decido leer de otra manera, decido preguntarme las razones por las que no se ha replanteado el pacto entre Conaculta y la nación que la sostiene, y decido también ir más allá de las fotocopias y de la falta de ediciones y reimpresiones. Quizá sea necesario que Conaculta no sólo estimule la creación artística sino también y principalísimamente la educación y docencia artísticas, y la edición de materiales educativos, con programas permanentes que vinculen a esos becarios con la realidad educativa nacional (¿cómo les va a los CEDART en el panorama de oferta educativa nacional?, ¿crecen, decrecen?, ¿gozan de estímulos, programas de actualización?). Quiénes serían los convocados —decididamente no se llamaría al programa Jóvenes Educadores—, parece racional pensar en los profesores de educación básica y media, que son quienes introducen a los educandos a las artes tan preciadas y estimuladas por Conaculta. Al mismo tiempo debiera estimularse la edición educativa en artes. Una convocatoria así debiera destinarse al sistema de escuelas públicas exclusivamente (entre ellos los CEDART aunque son de media superior) para quienes pueden acreditar éxitos educativos.

Curiosamente leer la meta de Conacyt me ilumina aún más sobre el pacto trunco de Conaculta. Se dice en la página del Conacyt: que México ha de contar con una política de Estado en la materia (ciencia y tecnología) ; que debe incrementar la capacidad científica y tecnológica del país; y elevar la calidad, competitividad e innovación de las empresas. Sí, no sólo se estimula sino que se establece casi con claridad, o al menos se implica, que el incremento de capacidad científica requiere que el sector empresarial se involucre. En el caso de Conaculta ¿se estimula sin integrar?, ¿se incrementa para ir adónde?

Tal vez ande yo más idealista que Yépez al pensar que la educación cultural y artística es asunto de Conaculta y no sólo de la SEP (¿sí es asunto de la SEP o estoy suponiendo que la Secretaría tiene una política al respecto?). Yépez sólo quería poner a trabajar en otros asuntos a los becarios Conaculta más allá de la estimulación de su numen artístico, yo pienso en el pacto de Conaculta con las necesidades del empobrecido pueblo que (insisto) la sostiene.
MOz 


En el link a Laberinto el suplemento pueden también leer a Yépez: http://www.milenio.com/suplementos/laberinto

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