Fechada en 23 de
febrero pasado, Heriberto Yépez publicó una provocadora e interesante opinión
titulada "Lo que publica Conaculta".
Me enteré gracias a que me etiquetó en facebook Roberto Cruz Arzabal
(@cruzarzabal), un amigo y colega querido, conocedor de muchas de las
entretelas del mundillo cultural... En la
publicación de fb hubo comentarios al respecto, yo poco pude decir en la red social, pero los
comentarios me hicieron releer a Yépez.
Roberto Cruz Arzabal Mira Mariana,
algo
que has dicho repetidas veces,
una
editorial pagada por
un
pueblo empobrecido.
"Hay una
desconexión entre lo que el gobierno mexicano edita
y lo que se necesita."
H. Yépez
Esta afirmación
me resulta sugerente pues apunta según yo a nombrar una sensación que algunos
tenemos cuando pensamos en Conaculta, y otras instituciones como el Sistema
Nacional de Investigación (creado en 1984). La sensación de
que aunque sostenidas por ese pueblo empobrecido, las necesidades de ese pueblo
no están en su agenda. Quizá tenga que ver con el tipo de pacto que les dio
origen, y que incluye o excluye a la realidad nacional. Mientras Conacyt
declara que su labor no sólo es la de definir políticas a nivel nacional, sino
encauzar esas políticas hacia las demandas nacionales; Conaculta se
encarga de coordinar políticas culturales a nivel nacional, pues nacional es su
presupuesto también, aunque en su pacto de estimular la creación, promocionar y
difundir, no se mencionan las necesidades de la nación, ¿será que la nación no
conoce sus necesidades en materia cultural? Dejo eso de lado y me centro en la
relación entre la producción editorial de Conaculta y la necesidad de libros de
la población en general, pero en particular la población escolar.
Yépez pareciera
recordar en su gesto-nota el origen de Conaculta, la Subsecretaría de
Cultura de la
SEP. Históricamente en nuestro país la idea de artista autónomo se traduce en
lejano a las necesidades nacionales y cercano a las personales (¿será un anatema heredado del siglo XIX o posrevolucionario?). La autonomía de Conaculta, parece decir
Yépez, obró de acuerdo con los dictados de esa chata visión histórica que hace
huir a los profesionales, de la cultura y en general, de las áreas de necesidad
profesional como lo son el amplísimo y postrado sector educativo. Los clamores
desde todos los rincones —incluido
el de los creadores que crean para un público pequeño (a veces ellos mismos) y
que con la pauperización tenderá a la desaparición— acerca del estado
que guarda la educación pública y privada en México, no parecen relacionarse con
Conaculta, que concentra su presupuesto en mantener el patrimonio y estimular la creación.
Donde Yépez pregunta por las convocatorias públicas
decido leer de otra manera, decido preguntarme las razones por las que no se ha
replanteado el pacto entre Conaculta y la nación que la sostiene, y decido
también ir más allá de las fotocopias y de la falta de ediciones y
reimpresiones. Quizá sea necesario que Conaculta no sólo estimule la creación
artística sino también y principalísimamente la educación y docencia artísticas,
y la edición de materiales educativos, con programas permanentes que vinculen a
esos becarios con la realidad educativa nacional (¿cómo les va a los CEDART en el panorama de oferta educativa nacional?, ¿crecen, decrecen?, ¿gozan de estímulos, programas de actualización?). Quiénes serían los convocados
—decididamente no se llamaría al programa Jóvenes Educadores—, parece racional
pensar en los profesores de educación básica y media, que son quienes introducen
a los educandos a las artes tan preciadas y estimuladas por Conaculta. Al mismo
tiempo debiera estimularse la edición educativa en artes. Una convocatoria así
debiera destinarse al sistema de escuelas públicas exclusivamente (entre ellos los CEDART aunque son de media superior) para quienes
pueden acreditar éxitos educativos.
Curiosamente leer la meta de Conacyt me ilumina aún más sobre el pacto trunco de Conaculta. Se dice en la página del Conacyt: que México ha de contar con una política de Estado en la materia (ciencia y tecnología) ; que debe incrementar la capacidad científica y tecnológica del país; y elevar la calidad, competitividad e innovación de las empresas. Sí, no sólo se estimula sino que se establece casi con claridad, o al menos se implica, que el incremento de capacidad científica requiere que el sector empresarial se involucre. En el caso de Conaculta ¿se estimula sin integrar?, ¿se incrementa para ir adónde?
Tal vez ande yo más idealista que Yépez al pensar que la
educación cultural y artística es asunto de Conaculta y no sólo de la SEP (¿sí es asunto de la SEP o estoy suponiendo que la Secretaría tiene una política al respecto?). Yépez
sólo quería poner a trabajar en otros asuntos a los becarios Conaculta más allá
de la estimulación de su numen artístico, yo pienso en el pacto de Conaculta
con las necesidades del empobrecido pueblo que (insisto) la sostiene.
MOz
En el link a Laberinto el suplemento pueden también leer a Yépez:
http://www.milenio.com/suplementos/laberinto
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