lunes, 13 de febrero de 2012

lavar ajeno / leer ajeno







Era el año de 2006 o 2007 cuando por primera vez escuché la frase "leer ajeno" para caracterizar el trabajo de lectura de tesis, la frase me fue referida entonces por una amiga, quien cursaba una asignatura donde convivía con profesoras de mi colegio, el de letras hispánicas, de la Facultad de Filosofía y Letras. Ella había escuchado los sentidos clamores de estas catedráticas y de otras, que se referían despreciativamente al trabajo de leer tesis como "leer ajeno", pues las distraía de leer lo que querían (o sea leer ajeno pero no ya lo que marca la obligación docente, sino lo que indica el placer). A mi amiga la frase "le pudo", porque estaba en el último tramo de redacción de su tesis de maestría, y una se pone a pensar que a todos los que hemos hecho una tesis debería, lo menos, molestarnos esta frase.
    También por aquellas fechas ingresaba yo en un programa para contratación de jóvenes académicos como profesores de tiempo completo. Me la pasaba dando clases, investigando, redactando ponencias para congresos y artículos para publicar, y claro "leyendo ajeno", leyendo las palabras de mis alumnos de licenciatura en sus trabajos o en sus avances de tesis, o leyendo las tesis de alumnos asesorados por colegas profesores. Mientras llevaba esta vida vertiginosa escuchaba cada vez más la frase, con la misma quejumbre.
Si la docencia es la primera labor esencial de las universidades, de la UNAM por lo menos, ¿por qué la quejumbre por hacer lo que es parte del trabajo docente? Leer trabajos escolares, avances de tesis, leer tesis completitas, no es un excedente, es parte fundamental de ser docente. Ahora bien, en la UAM, en las universidades estadounidenses y en otras ser profesor es sinónimo de ser investigador, en la UNAM no, en la UNAM el profesor es uno y el investigador otro. Esta división de tareas y perfiles hace que los investigadores no perciban como esencial en sus tareas la docencia, sino como obligación contractual. Pero este tema da para otras reflexiones, y porque según mi amiga no se quejaban los investigadores, sino las profesoras.
    El asunto con la frase "leer ajeno" es que evidencia que quien la usa asume que está realizando una labor "ajena", así como la frase "lavar ajeno" implica que las mujeres deben lavar lo propio (que nunca es su propia ropa, sino la de toda la familia, al menos en nuestra sociedad mexicana), y que hay algunas que además lavan lo que otras deberían, y cobran por ello. Porque hay que estar claros, la lectura de tesis y la asesoría de las mismas impacta los sobresueldos que en forma de primas se otorgan en la UNAM, así que como a las lavanderas, lo ajeno deja dinero.
    Curiosamente no he escuchado la frase aplicada a la elaboración de dictámenes de libros, artículos, o reseñas, probablemente porque no realizo tanto esas labores, o porque hay en ellas un prestigio simbólico, prestigio que no comparte la lectura de los trabajos de alumnos.
    Hay que enmarcar la quejumbre además en la explosión matricular y la presión por un lado social y laboral, y por otro institucional para que los estudiantes se gradúen, cada vez más rápido, y cada vez en mayores cantidades. Muchas tesis, muchos avances porque hay muchos alumnos embarcados, como todo el sistema educativo, en la productivitis de títulos, graduados, artículos, libros, congresos, revistas, etc., etc. Antes la queja era que la gente no se quería graduar, ahora es que se quiere graduar, caray.
    Leer ajeno es trabajo universitario esencial, leer a los otros que son nuestros alumnos para, entre otras cosas, enmendar la escritura (de la que tanto se quejan los colegas, ¿cuántos de mis profesores me devolvieron trabajos leídos y con correcciones?, un par), para leer sus ideas e inquietudes acerca de la literatura (en este caso), para discutirlas, para saber qué y cómo están leyendo nuevas fuentes, cómo y para qué investigan. 


    De manera que leer ajeno es leer lo propio también, o acaso habrá que preguntarse por lo que encubre y adonde nos conduce la analogía: a que las tesis son "trapos sucios", que la labor de lectura es tan cansada como deslomarse lavando ropa sucia, o que esa lectura que en principio ha de ser generosa del docente para con el estudiante, es algo que aquél percibe como pérdida de tiempo. Para mí habría que enmarcar la frase y lo que aquí he expresado como parte del desprestigio que ha venido sufriendo la labor docente a todos niveles desde hace décadas y parece ser que de manera irreversible. Dejo aquí la reflexión sin aspiraciones para leer un poquito "de ajena palabra".


MdeOz

1 comentario:

Adam Vázquez dijo...

Hay muchos casos, maestros que no pueden decirle que no a un tesista (y se llenan de ellos) pero que en dos años no se dan cuenta que la tesis de su asesorado no es una tesis realmente (porque no la han leído) y pues como se pueda con eso los titulan. No queda más que decir que está muy mal (y eso es un eufemismo) y que son cosas que ojalá con el tiempo podamos corregir (a mí en estos casos me anima la idea de que nadie es inmortal y que el tiempo es inclemente).

Podríamos también difundir otra postura ante la lectura de tesis. Yo una vez escuché que una profesora le decía a otra que es muy padre leer tesis porque los alumnos investigan sobre un tema específico, y a la hora de leer las tesis, aprendía mucho, porque probablemente la profesora no se especializa en el tema de la tesis y al leerlas las obligan a conocer mejor el tema, y eso le servía mucho porque podía mejorar los contenidos de sus propias clases; es un asunto de ganar/ganar. Ver en la lectura de tesis un acto de alimentación mutua, aparte de ser algo mucho mejor que pensar en "leer ajeno", me parece que es una buena postura, es aceptar que no se tiene la última palabra y es estar dispuesto a mejorar su trabajo y finalmente, es estar consiente de que no se le hace un favor a nadie.