He decidido trasladar los comentarios de otro blog que inicié para un taller sobre Lugares comunes literarios aplicados a la inventio para el diseño que impartí en Aguascalientes el pasado octubre. La "charla" me parece más adecuada para este espacio, ojalá trasplantarlo haya sido una buena decisión que no marchite las raíces.
Anónimo dijo...
Siempre he sentido una particular aprehensión hacia la crítica literaria; no sé, llamemosle una deficiencia congénita, si hemos de mentarla de alguna manera. Me resulta un mal necesario, aunque no por eso deja de ser un mal. Los "críticos" (nótense las comillas), en su afán de disecar las estructuras viscerales del texto, destrozan lo que podemos calificar de libertad de interpretación.¿Qué ha ocurrido con la dimensión llana de la lectura? Ellos escriben, yo lo leo, y viceversa. Mi pregunta sería: desde una posición "impartidaria" del fenomeno de lectura,¿la literatura debería responder más a las necesidades de crítica, o a las necesidades de recepción(lectura)? (al menos la literatura creada y estudiada contemporaneamente)
19 de noviembre de 2007 20:07
Mariana Ozuna Castañeda dijo...
Hola, Anónimo¿Por qué el anonimato?Tu comentario está en los orígenes mismos de la crítica literaria y está respaldado por un motivo romántico: la idea de es mejor aquello que se da sin mediaciones, "naturalmente" (nótense las comillas), en este caso lector-texto.La idea de que los críticos "disecamos" los textos, arrebatándoles su vitalidad, no me gusta mucho, porque no le hace justicia a los textos que son imposibles de matar o disecar. Los críticos no somos seres tan poderosos, sólo somos otros lectores más, que leemos para entender mejor qué hace que los textos nos hagan lo que nos hacen, cómo lo logran. Así de simple. Lo que sucede es que la buena crítica literaria es como la buena literatura: hay poca. ¿No crees?, así como no todo lo que se vende en las librerías es literatura, no todo lo que dice que es crítica literaria lo es. La crítica debe y quiere mostrar un sendero de lectura enriquecedor. ¿Cómo leer sin la crítica literaria las "Soledades" de Góngora?, o ¿el "Primero sueño" de Sor Juana?Desde hace dos décadas quizá la crítica literaria ha tomado nuevos rumbos, la literatura no sigue los dictados de la crítica, ni la crítica necesariamente entiende cabalmente lo que hace la literatura. Hay otro fenómeno que envuelve a ambas: la industria editorial. Se lee lo que se imprime y se imprime (cada vez más) lo que vende. El crítico y las obras responden ahora a factores que rebasan la lectura o disfrute de la obra. Leemos no lo que la crítica recomienda, sino lo que las casas editoras deciden publicar. Entonces, ante este panorama, la idea de que el dúo lector-texto sin interrupciones o ruido por parte de la crítica ya no existe (no creo que nunca haya existido). La idea de una relación inmediata y sin trabas entre lector y texto sólo ayuda a una visión partidaria de la institución literaria entre los que son pro-crítica y los que son versus-crítica. Lo primero será siempre leer el texto, luego si creemos ya haber sacado todo de la obra, la crítica podría y debería enriquecer nuestra lectura. La buena crítica (la que yo defiendo) es la que está por la diversidad del texto, por la infinitud de las obras, la que apuesta a que la obra no se agota, los que se agotan son los lectores. ¿Qué opinas?PD Sería bueno que no fueras Anónimo
19 de noviembre de 2007 22:22
Anónimo dijo...
La reflexión me resulta fascinante, sin lugar a dudas. Quisiera comentarte algo al respecto, en lo tocante a mi posición como ente "acrítico", mas no anticrítico. No siento un particular reparo en torno al fenomeno de la crítica(si he de elegir, la lingüística ha ocupado ya la mayoría de mis pesadillas de estudio) No, sin embargo, me impacta como una disciplina alimentada por los egos de unos cuantos, nutrida por los elogios de otros tantos. ¿Qué impide que todos nos llamemos críticos? ¿Un método? Pero si mi método deja de ser mío, para convertirse en nuestro, ¿podría ser considerado como un crítico hecho y derecho? ¿podría imprimir tarjetas de presentación con susodicho título? ¿Tú tienes tarjetas que lean: "crítica literaria?
20 de noviembre de 2007 21:59
Mariana Ozuna Castañeda dijo...
Anónimo, qué gusto leer tu "crítico" comentario sobre mi anterior reflexión. Pues sí, los egos son siempre molestos, no es algo nuevo, no es un padecimiento del siglo XX ni XXI, lo cierto es que ahora está en todas partes: egos tecnológicos, deportivos, políticos..., ¿por qué se iba a salvar la institución literaria? Ahora los críticos, los filósofos autografían libros como rockstars, felices de aparecer aliñados en una fotografía en la solapa de sus libros...Nada impide que todos seamos críticos, lo somos seguramente si pensamos lo que leemos si leemos por placer y si buscamos nuevo placer leyendo más y más, pero lo que no podemos ser todos es ser egocríticos, es decir, críticos reconocidos. A eso, creo yo hay que renunciar, a ser rockstar de la crítica. Las tarjetas me parecen una interesante subversión.
21 de noviembre de 2007 11:37
Anónimo dijo...
Mariana, concuerdo contigo al apuntar que la posiciòn desinteresada, tanto del crìtico como del literato, es una especie en peligro de extinciòn. Hasta el perro del adagio bailò sin vergüenza por unos cuantos cobres. Leer por placer es una labor con remuneraciones que no nutren necesariamente el estomago. Sin embargo, ¿no encuentras remarcable el fenòmeno de la celebridad en el àmbito de la literatura? Los autores de antaño (como Balzac y sus desafortunados daguerrotipos) ¿tendrìan que dejar de velar por su arte, y comenzar a preocuparse màs por su imagen? Por otro lado, los seguidores, fanàticos y aùn màs, los "verdaderos" estudiosos de las letras, deberìan(deberìamos) ser capaces de ver màs allà del espejismo, disipar con objetividad la cortina de humo en torno a estos mìsticos modernos, los rockstars con estilogràficas. Y aùn asi, aunque yo creo notarlo, aunque lo escriba y reflexione, no sè si podrìa separarme del todo de estas filas de aguerridos groupies. Creo que en la barata sentencia de "honor al que honor merece" (al menos en excepcionales casos), pero ¿honor o idolatrìa?
22 de noviembre de 2007 14:07
Anónimo dijo...
Francamente me parece una perdedera de tiempo leer tanta tontería, mejor me refugio en los verdaderos grandes y no en los pobres seras anónimos
22 de noviembre de 2007 17:39
Mariana Ozuna Castañeda dijo...
Asumo que son dos "Anónimo", así que me dirijo a Anónimo-dialogante. Las estilográficas, el séquito, la adulación, los flashes..., y dónde queda la literatura, dónde queda la lectura, ¿dónde? Soy de la convicción de que en la actualidad, Anónimo-dialogante, debe escribirse menos, mucho menos y leer más, mucho más, y sobre todo revisitar a los muertos. La crítica no es desdeñable, la verdadera crítica, la que pone en el principio, medio y fin a la obra literaria, la que subsume el ego del crítico, la que trabaja para la obra, para darla a conocer, para recordarla, para mostrarnos el ángulo en que una luz precisa la ilumina de cierta manera. Leer, esa debe ser la consigna ahora que todos escriben, que pocos escuchan, que pocos quieren hablar. Comunicarnos entre nosotros, menudos lectores, es la reunión para invocar a los "grandes" (como dice el otro Anónimo, insisto que asumo que son dos). Nos escuchamos sólo para saber que nos estamos solos leyendo, porque por desgracia los textos no son dialógicos con nosotros, son lanzados al mundo pero no son lanzados para hablar precisamente con nosotros. Y ahí, en esa cierta soledad de la lectura, es donde buscamos a los gurús de estilográficas, a los ídolos que ocultan el altar de la obra, para no sentirnos tan solos en esto que hacemos de leer. ¿Acaso será que nuestra insustancialidad posmoderna (o como quiera llamársele) nos hace tan diminutos ante los "grandes" que sólo atinamos a arremolinarnos en torno a los más próximos, los sacristanes o cuidadores del templo?
22 de noviembre de 2007 18:32
"Juan Plutòn" antes -anònimo dialogante- dijo...
Mariana,Ante la inesperada intervenciòn de "anònimo a secas", opto por emplear un nuevo seudònimo. (Anònimo parece ser un nombre popular estos dìas) Prosiguiendo con la discusiòn en suspenso, me gustarìa ahondar en un aspecto que no llego, o me niego, a aceptar: la muerte de la creaciòn literaria. Mi postura, màs allà de la controversia, intenta justificarse con la simple ecuaciòn -no se puede leer lo que no se escribe- Por lo tanto, no se puede criticar lo que no ha sido escrito. Es verdad, ni todo el tiempo de nuestras vidas, enteramente consagrado a la lectura de los clàsicos, serìa suficiente para leer todo lo materialmente posible. Ni siquiera las barreras idiomàticas son objeciòn hoy en dìa, a pesar de su cuestionable o encomiable calidad, (hasta la casa Porrùa edita actualmente la obra de Dostoievski, Dante; incluso los gigantescos Gargantua y Pantagruel). Entonces, ¿còmo criticar una nueva generaciòn de clàsicos, si èstos no se estàn escribiendo? En este sentido, no creo que ninguna de las dos disciplinas (creaciòn y crìtica literarias) goce supremacìa sobre la otra (a pesar de que la segunda se desprende de la primera). Sin embargo, la novisima tendencia, en la que la crìtica intenta emanciparse de su objeto de estudio (en tanto que fomenta una industria de lectura teorizante, en vez de lectura como acto), reubica la conciencia estètica en instancias ajenas al texto literario. Habrìa que resucitar a los muertos; concuerdo, pero no sòlo para escuchar sus voces de ultratumba, sino para proponer nuevos ecos que, a su vez, podrìan convertirse en relatos de la inmortalidad.
23 de noviembre de 2007 11:50
Mariana Ozuna Castañeda dijo...
Estoy completamente de acuerdo en que no hay crítica sin literatura, parece muy evidente, ¿no? Lo que me gustaría proponer es el hecho de que el mundo no está listo nunca para el texto (lo literario, creativo, artístico), no se sabe cuál será la forma de la literatura nueva, de los nuevos clásicos, no se sabrá hasta que pase el tiempo y resulta que cuando se sabe, cuando eso sucede es porque se realiza un acto de conciencia que nos hace ver ese "texto" como obra literaria (ese acto es un acto crítico, de crítica). En ese sentido, leer teoría nos hace ver algunos rasgos brutales del arte, rasgos que, sin embargo, son parte del quehacer de las obras. Además de que vamos alejando la idea excesivamente romántica (eso no signfica que sea mala) de que con sólo leer una obra nos percatamos de su "arte", ¿cómo nos habríamos de percatar de la plenitud en una obra de arte nueva si es "nueva" respecto de lo que conocemos? No abogo porque nos ahoguemos en un mar teórico, ni proclamo la primacía de la teoría por encima de la literatura, lo que sí considero interesante de la teoría es que a veces resulta una especie de gimnasia mental, literalmente, gimnasia: se mueven los músculos, averiguamos que tenemos algunos que ni siquiera sospechábamos, y nos ponemos en movimiento hacia la lectura, a sabiendas de que el texto siempre nos rebasará a nosostros y a la teoría.¿Conoces a alguien que sólo lea teoría?, los amantes de la teoría que conozco son adoradores de la literatura y siempre están leyendo literatura y teoría, nunca sólo la segunda.
24 de noviembre de 2007 21:36
Juan Plutón dijo...
A sabiendas de parecer obvio, no conozco a una persona que lea exclusivamente teoría. Sería, además de ilógico, completamente inútil. Por mi parte, tengo que leer la teoría en un intento por comprender mejor al texto, no sólo en sus aspectos formales-estructurales, sino también, como método para corroborar algunas de mis sospechas íntimas, algunas de mis "teorías" personales en torno a la obra. En mi opinión, es posible interpretar lo mismo que Bajtin o Genette, sin haber consultado previamente sus trabajos, aun en una escala burda y microscópica. No obstante, a pesar de reconocer y ejercitar (gimnasticamente, por supuesto) aquellos musculos desconocidos, ¿no crees que un crítico, al estudiar la literatura, debería ser literato (creador) en algún grado? Me parece que hay cierta verdad en esto: los textos críticos se convierten en best sellers tan rápido como la literatura misma; sin embargo, su público consumidor no deja, ni dejará de ser especializado.De tal suerte, ¿en qué momento es el texto crítico una luz de faro para todos y no un obsequio para un puñado? (no hay nada de marxista en mis especulaciones, aunque lo haya) Pero siento que por hoy he cubierto mi cuota de divagación; pensaba hace un momento que hasta el bonachón de Aristóteles esbozó una crítica...¡ay, esos griegos!
25 de noviembre de 2007 13:58
Alejandro Tapia dijo...
Para poder escribir productivamente sobre esta larga discusión sería necesario que plutón anónimo especificara qué autores o teorías son los que le presentan problemas, de lo contrario solo se puede divagar. Me parece que no ha enconrtado buenos críticos que leer, o es la escuela la que le ha dado problemas, pero desde luego existen buenos textos tanto en la literatura como en la crítica, que son por demás emocionantes por sus descubrimientos. Yo por mi parte opino como Aristóteles: el hombre tiene varias formas de organizar sus discursos: argumentativos, narrativos o lógicos, y cada uno de ellos puede hacerse bien o mal. De este modo la crítica (que argumenta) es tan ineludible o necesaria como la narrativa o la poética, pues simplemente son dos prácticas sociales irrenuciables. Lo que hay que encontrar son las bien hechas: si nos dijera pluton cuáles son sus problemas específicos podríamos recomendarle algo, pero si no... ¿cómo?
26 de noviembre de 2007 0:33
Juan Plutón dijo...
En réplica al comentario de manifiesto-Tapia, solamente añadiría que no ambiciono ningún análisis crítico sobre la crítica a través de mis aportaciones. Es decir, que el intercambio "productivo" de opiniones no tiene que girar en torno a modelos autoimpuestos; mis problemas o malas elecciones respecto a la crítica han de permanecer en el cajón de mis patologías, a pesar de tratarse de prácticas sociales irrenunciables. La reflexión hasta aquí elaborada no pretende someterse a comité, a consejo, ni siquiera a consulta; permanecerá en los vagos terruños de la especulación... al menos hasta que decidan seguir respondiendo; porque si no...¿cómo?
26 de noviembre de 2007 11:41
Mariana Ozuna Castañeda dijo...
Alejandro!, qué bien que te sumas a la charla.Me gustaría hilvanar entre dos de sus comentarios: 1) que la crítica y la narrativa y la poética son dos labores irrenunciables; y 2) que el crítico debe ser "creador" o "literato" también.Una vez que hemos coincidido en que nadie lee exclusivamente teoría literaria y que ésta sólo nos permite corroborar, profundizar, ampliar algunas de nuestras sospechas como lectores asiduos, pues me pregunto, ¿acaso no hay, Juan Plutón, algo de irremediablemente creativo en la escritura de Monteigne, en "Sobre la corona" de Demóstenes (otro griego), en los ensayos de Italo Calvino, en los textos divertidos de Gerard Genette o de R. Barhtes, o en la claridad mental de G. Steiner o la erudicióna amorosa de E. Auerbach y E. R. Curtius? Hay, para mí personalmente, mucho de disfrutable a nivel lúdico en la crítica literaria.Comparto lo que planteas, Juan, de que a nivel micro uno llega por la lectura atenta y la reflexion personal, es decir, por la experiencia (cartesianismo?), a las mismas conclusiones que algunos críticos y teóricos, y creo que justo ahí en ese asunto está un buen sendero para divagar.Porque por una parte el llegar al mismo punto que otros nos hace comunidad, compartimos una lectura con otros, pensamos con otros que no nos conocieron y que no nos conocerán, creo que eso es importante, ¿no creen?Otro asunto pa divagar sobre esto mismo es que si compartimos con Genette o Barthes o Aristóteles las ideas o conclusiones es porque fuimos por el mismo camino: la lectura y reflexión crítica de la lectura. Así que lo que nos distancia de los críticos y teóricos será tal vez que nos nos volvemos bestsellerianos, que nadie consume nuestras ideas porque no las escribimos, porque no las convertimos en un proceso creativo como otros. Escribir es un proceso creativo, se toman decisiones al escribir, se ordena, se borra y se vuelve a escribir. Por cierto, no crees que nos hemos atenido a una concepción muy tradicional (aristotélica?) de la literatura? y que la masa de escritura crítica que ahora ocupa gran parte de la producción debería considerarse en ciertos momentos como parte de la creatividad de nuestra época?, pienso en los ensayos literarios de O. Paz, de Alfonso Reyes, de Borges, que como su obra "poética" tradicional nos conducen a senderos de ludismo racionalista. ¿Qué críticos leen ustedes?, ¿cómo leen la crítica?, la leen con la misma actitud con que leen la literatura o asumen otra expectativa?
26 de noviembre de 2007 13:07
Alejandro Tapia dijo...
Sí, coincido en que la masa de escritura crítica no bestselleriana es la creatividad de nuestra época. Los blogs entre otras cosas son una demostración de esa necesidad. A su vez sabemos que el modelo aristotélico de narrativa ha sido ampliamente rebasado (ya desde Brecht eso era más que patente). De cualquier forma lo que en todo caso siempre se valora es la consistencia del modelo que escojamos, sea cual sea: es decir, lo que me parece intrascendente son los discursos que tienen que echar mano de falacias para decir lo que dicen: incluso en las divagaciones hay que tener consistencia. Un ejemplo para mi de crítica que incurre en argumentos con maña es el de Las trampas de la fe, de O. Paz, ya que por momentos parece estar hablando a favor del PRI sirviéndose de la obra de Sor Juana, es decir, lanza sus críticas a la izquierda con el pretexto de que está hablando de la sociedad novohispana, y me parece que eso si es una trampa. Lo mismo me sucede con El laberinto de la Soledad, pues parece fundar una poética del sentimiento de culpa mexicano, sembrando la idea que nos gusta sufrir de forma inherente. Bueno, se puede argumentar que a pesar de ello son ensayos bien escritos, pero yo pienso que si carecen de rigor no tienen mucho que hacer en mi biblioteca. Hay que buscar lo que nos permite avanzar y a mi en lo particular no me gusta sufrir. Bueno, eso dará una idea de cómo leo la crítica. Y lo mismo pasa con la literatura, que ya comentaré después...
26 de noviembre de 2007 15:42
Juan Plutón dijo...
Quisiera iniciar retomando dos aspectos importantísimos de sus respectivos comentarios: 1)¿Cómo se concibe la crítica a un nivel de lectura personal? y 2)La conveniencia al elegir textos para ahorrarnos la miseria de leer mala crítica. A mi modo de verlo, el acercamiento individual a la crítica es como el de la mayoría de las cosas: o lo disfrutas o acabas disfrutándolo, o lo aborreces. Por mi parte, me encuentro en los prometedores senderos de tenerla en estima, aunque es un camino largo, sin lugar a dudas. Innegablemente, encuentro un deleite mucho mayor leyendo las cristalinas reflexiones de un Curtius o un Bajtin, a enfrascarme en una lucha metatextual con el "Martirio del texto" de Roland Barthes. (También se le puede gritar a los libros). Sin embargo, y aquí es donde comienza el segundo punto, me parece que la manera de abordar a estos críticos "excéntricos" debería ser absolutamente igual a la forma en que tratamos con sus colegas más agradables. Entiendo el punto de Tapia al decir que los textos faltos de rigor deben ser evitados("sacarles la vuelta"), y exiliados de nuestras bibliotecas. Sin embargo, como una mala novela, la crítica especulativa debe ser leída y más importante, superada, para poder ser esquivada. (Algo así como el "eterno retorno de lo mismo") Al decirlo por este conducto, no puedo evitar sentirme obvio; sin embargo, considero importante apuntarlo, ya que todo(incluso la crítica) inicia con obviedades.
27 de noviembre de 2007 19:21
3 comentarios:
No sé si estoy en lo correcto, por lo que anexo este comentario en ambos blogs. Ya podrán corregirme posteriormente. En relación al comentario de Tapia, añadiría que estoy de acuerdo en lo tocante al tema de las "mafias" editoriales. Lamentablemente, los textos que no venden son los que no se dan a conocer. Recuerdo al español José de Larra cuando dice: "Yo no sé si en este país la gente no escribe porque no se lee, o no lee porque no se escribe". El circulo vicioso se ha cerrado y se muerde la cola interminablemente. En segunda instancia, y desde una perspectiva de textos literarios, yo también encuentro una riqueza exquisita en algunos de los narradores de habla inglesa. Leer a Poe, Melville, incluso al testarudo de Hemingway, resulta una experiencia reveladora en comparación de sus traducciones (no por ello la labor del traductor es de menor importancia) Sin embargo, y de manera muy parecida al caso latinoamericano; no encuentro actualmente los rastros de la nueva generación de escritores internacionales (el caso de la crítica debe ser muy distinto), exceptuando los Stephen Kings, etc.
Parece que ante la pregunta ¿qué leer?, pues nos mostramos vulnerables ante los deseos de la industria o como ha dado en llarmse, la lógica de los mercados. Juan, me gustaría hacer una precisión sobre tu comentario, mencionas a Poe, Melville y Hemingway, que pertenecen al grupo de clásicos universales, como Rulfo, Arreola, Borges, Vargas Llosa, Vallejo y otros no sólo son parte del canon latinoamericano, sino en internacional. El asunto parece ser que no se sabe quiénes son ciertamente esas "nuevas generaciones de escritores" porque no hay mucha manera de saber quiénes son. ¿Acaso serán los que obtienen los premios de las editoriales?, creo que no es así, pero también considero que nunca ha sido así. Lo que actualmente crea estupor es sentirse abandonado al capricho financiero de las editoriales, de las librerías y sus mesas de novedades, de las mafias intelectuales que operan tras algunas revistas, eso es desolador por una parte, es el rostro abyecto de la industria del libro, que se interesa (como en las Ferias) por "posicionar" sus productos, los libros, más allá de los textos.
Era ha publicado dos textos de André Schiffrin sobre la situación de la edición en EU y en Francia, el primero se titula "La edición sin editores" y "El control de la palabra". En ambos Schiffrin estudia las diversas razones por las cuales los buenos libros no llegan a nuestras manos, la razón por la que las casas editoras están siendo devoradas por consorcios que se dedican a todo menos a la edición, y para esto ha hecho un trabajo de historia, nos cuenta la historia política y financiera en ambas naciones. El panorama que plantea es desolador.
Para nosotros que leemos se impone el reto de crear estrategias para seleccionar qué leer, conseguir los textos y compartirlos. Ha quedado atrás la época dorada de las editoriales como proyectos culturizantes, caso de Ayacucho, Monte Ávila, Instituto Caro y Cuervo, Fondo de Cultura Económica, cuando el proyecto y el negocio editorial iban de la mano, ahora la "edición sin editores" nos deja a los lectores en el desamparo. El editor era la pieza clave de la circulación del conocimiento (literatura, arte, historia, filosofía, ciencia), de las aulas o instituciones universitarias o de investigación a las mayorías (minorías?)interesadas, ahora las prensas universitarias están volviendo a hacerse cargo de su edición porque las casas editoras (sin editores) no se interesan por eso, sino por imprimir calendarios con mascotas o libros de superación personal o a la insufrible Isabel Allende. ¿Dónde buscan ustedes qué leer?, ¿de qué medios se valen para allegarse letras críticas?, ¿conocen el suplemento Hoja por Hoja?, ¿a qué autores nuevos conocen, leen, gustan? Pienso en uno no muy nuevo, Alessandro Baricco, en Alberto Moravia, en Mario Bellatin, de críticos en el fallecido George Steiner, Peter Sloterdijk..., compártanme sus divagaciones.
Alejandro dice...
Hace unos días visité a Valquiria Wey, con quien comentamos acerca de este mismo problema de la lectura en una época goberanda sobre todo por la vanalidad (ahora los clásicos dejaron de ser un lujo y se volvieron una necesidad-decía ella) Al parecer, al menos para mi, una alternativa suficientemente buena ha sido el internet, no sólo por lo libros que se pueden conseguir en línea, sino por algunos artículos que se pueden obtener directamente en algún sitio. Y también están los blogs, que son la salida para escuchar a mucha gente que tiene algo qué decir y que no necesariamente estará en las librerías. La otra fuente son las personas, amigos en este y en otros países que se van pasando la voz sobre cosas importantes. Hace unos meses me llegó por internet un libro que me ha resultado muy útil para mi trabajo, es un libro hecho en Francia por gente de la UNESCO que estudia la crisis de la eduación en el mundo: documenta la corrupción al interior de las universidades, cosa que abarca la apertura de programas, la designación de presupuestos, la forma y redacción de las tesis universitarias, etcétera. Se llama Corrupt Schools, y me ha servido mucho pues cada vez que vienen nuevas políticas en la universidad donde trabajo, les saco la impresión que tengo del libro (es un tomo gigantesco) para decirles: miren, no se la crean, esos nuevos sistemas ya han sido descubiertos como fallidos; y como el libro está en inglés y viene de la UNESCO es poco lo que pueden refutar: todos sabemos que la educación se está yendo al hoyo pero existen personas en el mundo (y libros)con la suficiente lucidez para darse cuenta. Mientras eso no se pierda tendremos alternativas. Por otra parte les comento que la semana que entra daré una conferencia en la UNAM en un foro que se propone analizar el futuro de la educación en México hacia el 2030. Pienso que quizá se hablará de "nuevas tecnologías", de la "sociedad del conocimiento", de la "complejidad" o de la "educación por competencias", cosas de moda, no se, es sólo mi hipótesis. Pero de lo que yo hablaré es del libro de Corrupt Schools y luego me atreveré a proponer mirar hacia las artes librales como una de las posibles salidas a la crisis actual. ¿qué les parece? Ojalá no me gane jitomatazos, pero eso haré.
Publicar un comentario